Si piensas en Etiopía es su gente en tribus, en el desierto y con sus creencias.
No podrías imaginarte que en Etiopía podemos encontrar la cuarta ciudad musulmana más importante, Harar, y dos ciudades tan importantes para el cristianismo ortodoxo, como Aksum y Lalibela.
Lalibela es la segunda ciudad santa después de Aksum, por lo tanto, gran centro de peregrinaje, y no es extraño, a una altitud de 2500 m y después de tres horas en jeep subiendo por una carretera de montaña, llegas a Lalibela, la ciudad parece como una más del norte de Etiopía con sus casas de chapa y edificios mas bien construidos que casi siempre alojan hoteles y alojamientos varios para todo el mundo que se acerca allí. Cuando caminas por sus calles piensas que te has equivocado y que no es más que otra ciudad, todo hasta que llegas al recinto por el que todo y mundo debiera conocerla, sus iglesias talladas en la roca. Cuando oyes esto piensas que no son más que unas iglesias hechas de piedra, pero cuando entras en cualquiera de ellas te asombras de como puede ser que sobre el siglo XIII pudieran haber construido semejante barbaridad, entiendes porque es patrimonio de la Unesco.
Hay 12 iglesias, todas talladas dentro de la montaña; hace más de 800 años hubo alguien que bajo el mandato de Gebra Maskal Lalibela, empezó a agujerear la montaña hacia abajo y una vez dentro a hacer, unas más, unas menos espaciosas estancias, iglesias que por fuera nunca dirías que todo proviene de la misma roca tallada y perfeccionada para realizar estas iglesias. La más impresionante y por supuesto conocida es Biet Ghiorgis, la encuentras un poco apartada del resto, mientras te acercas piensas que encontraras otra iglesia, quizás un poco más grande que el resto, con su planta rectangular, pero a desde arriba impresiona su forma de cruz griega, si puedes seguir respirando y bajas a verla su gran magnitud, 12 metros de alto por 12 metros de lado te dejan con la boca abierta, por dentro es más impresionante todavía, puedes imaginarte como esas personas que empezando por un pequeño agujero, iban bajando y bajando hasta llegar a su altura imaginada, como rodearon la roca hasta dejar el gran enorme bloque de piedra que después tallaron en forma de cruz, le dieron forma y relieve y como la decoraron para acabar tallando la entrada, vaciar la roca otra vez para crear dentro la que es la octava maravilla del mundo. Todas las iglesias del complejo impresionan, Biet Mariam parece una iglesia construida desde abajo, como ahora se hace todo, poniendo roca tras roca, pero tampoco lo es, también se excavó de un trozo de esa montaña fantástica, las otras, Biet Maskal, Biet Medhani Alem, Biet Denagel, Biet Golgotha Mikael, Biet Mikael, Biet Amanuel, Biet Queddus Mercoreos, Biet Abba Libanos, Biet Gabriel Rafael y Biet Lehem son quizá un poco menos impresionantes pero si apasionantes a la vez, por su historia, por cómo fueron creadas para ellos y ahora, y muchas gracias por hacerlo, para nosotros y nuestro disfrute. Ahora sería impensable hacer algo así, pero se hizo y dejaron estas 12 maravillas enclavadas en Lalibela, unas maravillas que no debes dejar de ver quizás una vez en tu vida.
En las montañas de Etiopía hay otras iglesias excavadas, iglesias enclavadas en las montañas, pero creo que no hay un complejo en el que puedas ver iglesias enteras que en su día fueron una roca basáltica rojiza.
Al otro extremo de este impresionante despliegue encontramos Harar, no tiene este patrimonio arquitectónico de iglesias talladas en la roca, pero si es una ciudad impresionante por su patrimonio cultural. Considerada la “cuarta ciudad santa del islam” y a unos quinientos kilómetros de la capital encontramos una ciudad con mas de 80 mezquitas y 102 santuarios.
Harar Jugol, llamada así por sus murallas, refleja su gran pasado histórico y respira islam por allí donde vas. Tiene todavía tres mezquitas de sus 82 que datan del siglo X que se sumándose a los santuarios que alberga la ciudad, la dotan de un cuadro arquitectónico impresionante. Ya solo cruzar la muralla te invade su olor a historia y cultura, sus mezquitas y santuarios se centran casi todos en las cercanías de la plaza Feres Magala y siempre que te acercas o te adentras en una de ellas te invade esa serenidad que yo solo he conseguido tener dentro de una mezquita, será mas grande o mas pequeña, será mas conocida o menos pero siempre me pasa, siempre consigues serenidad, es por eso que una ciudad como esta no debes dejar de verla, respirarla y sentirla.
Por supuesto Harar tiene otras o quizás otra atracción más conocida incluso y es la de alimentar las hienas con manchas con carne que ahora ha evolucionado hacia un espectáculo nocturno para los turistas, una tradición que no debes perderte, quizá no tanto por el espectáculo, pero si porque primero fue su tradición que no quieren perder.
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